Lo escencial es invisible a los ojos.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Mal Tiempo

El amanecer semejaba, de veras, un sueño del infierno. El sol. atemorizado, ocultaba su rostro tras una mascara de nubes negras. Hacía un frió de mil diablos y llovía despiadadamente. los transeúntes, los que se atrevían  transportaban estremecimientos. En la parada del micro, El hombre, hacia quince minutos, se helaba. de pronto, una vos oscura lo saco del hielo. Una voz que pedía ayuda. Atravez de la tormenta, distinguió a un joven que le hacia señas, unos metros mas allá, frente a un antiguo caseron. Vaciló. Pero la voz, gritando, lo reclamo de urgencia. Muy a su pesar, y curioso, cruzó la distancia. Al llegar, el joven, de finas ropas y cara atropellada por el miedo, le agradeció con los dientes el solidario gesto e, indicando la entreabierta puerta de la añeja vivienda, le contó que, adentro, le parecía haber visto dos cadáveres. El hombre observo los ojos del muchacho y solo vio allí el vació. Mas , como el resto era confiable, decidió creer. Entro a la construcción y dio unos cuantos pasos. Efectivamente, como islas en un quieto mar de sangre, dos cuerpos sin vida ocupaban el centro de una sala en ruinas. Alarmado, asqueado, se apoyó en uno de los muertos y buscó al joven con la vista. Estaba en un rincón de la habitación. Y le apuntaba con un revolver. El hombre no escucho el disparo pero, antes de morir, vio otra vez el vaco que llenaba los ojos de su asesino.
   Poco después, la mujer, protestando por el horrible clima, se congelaba en a parada del micro. Súbitamente, oyó una voz demandando auxilio. Y diviso a un joven agitando los brazos ante una vieja casona. Fue hasta él y, asombrada, oyó al muchacho balbucear que, detrás del entornado portal de la residencia, le había parecido ver tres cadáveres...

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