Lo escencial es invisible a los ojos.

miércoles, 5 de octubre de 2011

El Ultimo Viaje


 El tren corría como un caballo enloquecido por el medio de la llanura de la ciudad. Su melena multicolor flotaba como una bandera al viento salvaje de la velocidad. 
En aquellos tiempos aun se podía viajar con las puerta abiertas. El ingeni popular le había encontrado la vuelta y la travaban con facilidad. Le clabavan la punta del pié en la base de la puerta y la sostenían con la rodilla y el resto del cuerpo, haciendo contrafuerzas aferrados a los pasamanos. 
 La corriente de aire fresco tambien las disfrutaban los pasajeros que viajaban adentro apretados como sardinas,agradecian sin agradecer, nadie decia nada. 
Trabajadores humildes, mano de obra barata, venidos de todas la provincias y de alguno países vecinos tambien. Trabajadores anónimos,con mil problemas cada uno, todos llenos de esperanzas de que ese día iba a ser mejor. 
 En la estación de Ituzaingó del ferrocarril Sarmiento todas las mañanas se amontonaban los pasajeros que iban a tomar el tren, y cuando el tren llegaba venía tan lleno que apenas podían subir los que más empujaban, parecian jugadores de ragbi, y en los estribos de las puertas, agarrados como podian, quedadaban como racimos los que no pudieron pasar al interios del coche. 
Aquella mañana Don Ramon sólo pudo agarrarse del pasamanos y quedó todo su cuerpo expuesto al peligro, su bolso con su almuerzo y el mate quedó en el aire colgando de su hombro derecho. 
No vale la pena esperar el otro tren ya que a esta hora va a venir igual, y además voy a llegar tarde al trabajo.Viajar así era jugarse la vida. 
 Cuando el tren arrancó le agradeció a Dios de haber podido viajar. 
El tren habia tomado una velocidad de 60 o 70 km por hora, iba disfrutando de esa caricia del viento, y pensó en su familia, su mujer de origen alemana y su hijo, casi un adolecente, parado ante las puerta de la vida, querí que estudiara, que no fuera un peón de albañil como el, que tuviera más oportunidades para ser un triunfador. 
 Cerró los ojos para concentrarse mejor , ojalá llegue a ser un doctor que se case con una buena mujer y que le dé muchos nietos.Iba sonriendo. Se sentía feliz.
   Piche me miraba con los ojos llorosos. Sus lágrimas habian dejado un surco en su pálida cara.No tenía hermanos ni primos.Yo quería abrazarlo con todas mis fuerzas y decirle que su dolor era mío, que eramos hermanos y que podiamos compartir este dolor que el sentía. 
Con su voz entrecortada me fue contando paso a paso lo que le habian contado a el. 
--Ente Morón y Haedo hay una señal que está muy cerca de las vías del tren, y mi papá no la vió, fue un golpe terrible, lo tiró abajo del tren y no quedó nada de el, me dijeron que su muerte fue instantanea, que no sufrió nada. 
 A mañana siguiente la estación de Ituzaigó se llenó de gente como todo los días, no habia nigún cartel que ayer habia muerto un hombre por viajar colgado.El tren se puso en marcha y colgado de la puerta un hombre, un anónimo, iba disfrutando del viento que producia la velocidad del tren, se acordaba de su familia, cerró los ojos y esbozó una sonrisa.

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