Lo escencial es invisible a los ojos.

lunes, 27 de junio de 2011

Cuando vas en auto por una ruta de noche, lo primero que pensas son cosas tenebrosas. Y que las sombras de los árboles forman algo fuera de lo normal, o esperas que algo o alguien cruze  la ruta, algo como un fantasma. Esta historia se trata de un fantasma bueno, no tenebroso como todos nos lo imaginamos. Esta historia empieza muchísimo antes de la muerte de este fantasma.  
Este hombre, en ese tiempo niño, se llamaba Juan. Le vamos a poner un sobrenombre así queda mucho mas interesante. Jeremías James. Era un niño de una familia pobre, vivían justamente en una casita en el medio del campo. En frente de una ruta, donde muchas personas pasaban por ahí para ir a la ciudad a sus respectivos trabajos. Jeremías vivía con su padre, un hombre de mayor edad, casi ciego. Había sido zapatero, pero ya estaba cansado de trabajar. Su esposa, se murió cuando nació  Jeremías. Murió en el parto. Jeremías era único hijo y por miedo de que le pasara algo, su padre nunca lo dejo salir de su casa. No fue a la escuela, no tenia amigos, no salía de su casa. Nada más escuchaba quejarse a su padre.
Un día de verano al hombre mayor le dio un ataque de corazón y murió. Jeremías para sobrevivir tenia que buscar empleo con 17 años y analfabeta.
En frente de su casita, había una finca. El decidió ir a buscar empleo aunque sea para comprar comida. Cruzo la ruta y fue a la finca. El dueño era un hombre de 50 años. No era tan amigable. El quería que lo llamaran Sr. Gómez. A Gómez le dio lastima el pobre chico y como estaban en tiempo de cosecha , le dijo que todos los días de la semana desde las ocho de la mañana hasta las ocho de la tarde cosechara y el le daría una casa y una vida como debería ser.
Jeremías comenzó a trabajar en el momento en que dijo eso. Al otro día, y al siguiente, y al siguiente cruzaba la ruta todas las mañanas y todas las noches.
La ruta cada vez fue más poblada, ya que la ciudad que estaba cerca crecía. A Jeremías nunca le paso absolutamente nada. El empezaba a cruzar la ruta y no paraba.
Así pasaron 5 años. Y el dueño nunca le dijo nada, sobre lo de la casa que le había prometido.
El día en que decidió hablar sobre el tema. Salio de su casa, y un auto rojo lo esperaba a punto de acelerar, Jeremías alcanzo a ver que se trataba del señor Gómez. Y cuando cruzo la calle, el auto acelero. Jeremías trato de pararlo pero no pudo. y murió . El señor Gómez  sabia no se como que ese día le iba a ir a pedir la casa que le había prometido. Y como era una mala persona hizo lo peor que podía hacer.
Ahora, Jeremías, todos los días camina en esa ruta, luchando por lo que quería, vivir bien como un buen hombre trabajador. 

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