Lo escencial es invisible a los ojos.

jueves, 5 de mayo de 2011

El plan.

 Estaba exhausto, había corrido un kilómetro sin parar y todavía no podía escaparme de él. Sin embargo mi historia no empieza acá, si no hace varios años atrás, cuando eramos dos niños de seis años y nuestras madres charlaban largas horas sobre nuestro futuro, y siempre decían que ellas nos querían ver como abogados, médicos, astronautas y que ganáramos sueldos con 5 cifras y las lleváramos a pasear a distintos países. No era fácil. Si, crecimos y descubrí entonces el malévolo plan de Bob.
 Cumplí 18 y me fui de mi pueblo, a mi me esperaba New York con miles de oportunidades, pero con un solo objetivo: demostrarle al mundo quien era el y que quería hacernos, pero el se fue un poco más lejos de mi, se instaló en Stanford a estudiar la carrera que su madre había soñado desde que Bob era sólo un feto.

 Esta bien, no llegué lejos, para nada lejos en comparación a él, seré un perdedor para muchos, pero si los demás hubieran sabido que yo estudiaba una carrera de espionaje en una unidad secreta que estaba en el centro de New York, ni siquiera se les hubiera ocurrido esa idea sobre mí. Tenía que sacarle esa mascara que ocultaba y mostrarle a todos quién era en verdad Bob. Capaz me obsesioné. Capaz enloquecí pensando noche y día en él. Pero sabía cuál era su plan, cómo y cuándo, con quiénes y por qué, quería evitarlo e intente evitarlo, aunque eso costara el precio de morir.
 Cuatro años después volví a mi pueblo y si bien no era todo como pensé no esperaba encontrarlo como yo quería. Ellos lo amaban, lo adulaban, vivían pendientes de él. Pero... ¿y yo? Yo era el inútil reparte pizzas según ellos, él era un héroe. ¡SI SUPIERAN! Si ellos supieran su oscuro plan. Su asombroso plan. Su frío y sangriento plan. Si ellos supieran yo sería su héroe, pero todos esperaban eso de mi, esa venganza, ese rencor, se esperaba de mi.

 En mi búsqueda que no tenía fin, me encontré con un hecho nuevo: Bob no tenía un título, era falso y todos habían creído en las mentiras que hasta yo creí cuando hablaba de sus años en la Universidad y de lo increíbles que habían sido. Y aun que todos se enteraran, iba a seguir siendo el mejor, y yo el perdedor, el fracasado. Lo que más me intrigó fue que si no había ido a Stanford, ¿qué había hecho en ese tiempo?.
 Pero decidí enfrentarlo, lo iba a enfrentar costara lo que costara, sin ningún miedo. Lo iba a llevar a un galpón, y yo me iba a enfrentar a él cara a cara, iba a grabar todo, iba a colocar cámaras, micrófonos, y así hacerlo hablar, hacer que confiese todos esos secretos que les ha estado escondiendo a todos, pero a mi no, yo no me había creído sus historias, ni nada. Si todo salía bien, yo iba a ser el héroe, todos iban a amarme a mi, iban a adularme a mi, todos iban a estar pendientes de mi.


 Lo llevé al galpón y dijo todo, las cámaras grabaron todo, cada segundo, cada minuto, confesó cada rincón de su plan y no escondió nada. No supe que hacer, todo salió bien, era todo como yo quería por primera vez, era perfecto, enloquecí, sí, me volví loco, pero eso era lo que él quería. Ganar de nuevo. Humillarme como lo había hecho desde siempre. Entregarme a un manicomio para que no saliera más. Tantas cosas pasaron por mi cabeza en ese momento que fueron 5 minutos pero para mi fue mi vida que pasaba ante mis ojos y sin pensarlo actué como siempre lo había soñado, como yo quería. Si señores y señoras, lo apuñalé y sentí el dolor en mi estómago cuando el cuchillo que me había regalado mi padre entraba y salía por su estómago. Lo apuñalé tres veces seguidas y recobré el conocimiento y entendí que esas cámaras no sólo filmaban a Bob, si no que también me filmaban a mi. Bob cayó al suelo y yo escondí el cuchillo donde nadie lo pudiera encontrar. Después de 5 minutos comencé a correr y observé como de repente Bob se paraba desesperado, sacaba un arma de su bolsillo y salía corriendo detrás de mi. 


 Aquí volvemos al principio, decidí frenar, más bien, mi cuerpo decidió frenar porque no podía más, no estaba más, al fin lo había perdido de vista. Me tranquilicé, razoné y escuché un ruido raro. Sí, Bob estaba detrás mío y apuntándome con un revolver pronunció palabras que no recuerdo, ni entendí y apretó el gatillo.


"La obsesión al fin y al cabo es un medio para llegar a ningún lado, o para llegar demasiado lejos"


Giselle Chaumont

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