Se estaba desangrando pero aún así seguía luchando. Se paró con ayuda de lo que tenía a su alrededor y salió a defender su vida, con toda la valentía que no poseía. Tomó un arma y comenzó a disparar al bando enemigo, logrando escapar de los que buscaban matarlo.
Llegó a su objetivo. Observó claramente su logro y notó que estaba tosiendo, que su tos tenía sangre y que de un segundo a otro se desplomaba por el piso cayendo inconciente. Intentó pararse pero no pudo. Luchó contra si mismo pero fracasó. Luego de cerrar los ojos, no los volvió a abrir nunca más.
Giselle Chaumont
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